20 julio, 2008

Mnemotécnica

Puedo recordar que soñé con escribir esto,
o que entonces tenía un sentido inefable;
que puede ser lo mismo, o justamente lo contrario.

Puedo recordar muchas cosas que no sé ciertas,
pero que me mantienen vivo y a duras penas lo suficientemente muerto,
que puede ser lo mismo, o justamente lo contrario.

Puedo recordar las palabras que repetí mil veces,
pero nunca te dije, o las olvidé al momento de decírtelas,
que puede ser lo mismo, o justamente lo contrario.

Puedo recordar el sol a mis espaldas, la rutina sofocante de andar huyéndole.

Puedo recordar que me importaba que te importara,
pero luego no tanto, o quizá aún más, sin sospecharlo, dándolo por sentado;
que puede ser lo mismo, o justamente lo contrario.

Puedo recordar todas las aceras en ebullición que he recorrido,
porque en realidad son la misma repetida como un espejo imitándose;
pero a veces son distintas así las haya marchado mil veces,
que puede ser lo mismo o justamente lo contrario.

Puedo recordar tus ojos entornados y tu boca ligeramente abierta dejando escapar un gemido;
como tratándome de mirarme en un gesto de amor, aterrada de escapar por completo,
cuando era en realidad lo que más deseaba que hicieras;
que podía ser lo mismo, o justamente lo contrario.

Puedo recordar tu nombre y lo que significaba y lo que ahora significa.

Puedo recordar la sencillez de tu sonrisa.

Puedo recordar el amor que te tuve
adentrándose y pudriéndose en las más egoístas de mis profundidades
y su súbito ascenso de frémito lacerante
en el último momento, oportuno y aciago.
Puedo recordar que nada de eso existe,
o que existió y sólo yo (nunca tú) quise percatarme,
que puede ser lo mismo o justamente lo contrario.

Puedo recordar el futuro, o como era:
la promesa tácita que no sabías cómo abordar
y la facilidad, el desparpajo, la arredrada,
con que súbitamente supiste hacerlo,
que sé siempre fue lo mismo, pero quisiera fuera justamente lo contrario.

Y saberme así, postrimero,
pretendiendo que el presente es un sueño consciente
que se me escurre constantemente
o se me va ocurriendo por antojos,
que es lo mismo o justamente lo contrario.

Y que los recuerdos son sólo juegos
o falacias del dolor que me quiere cautivo,
mientras me le entrego hipnotizado de miedo
que sí es lo mismo y nunca lo contrario.

Puedo recordar que nunca leerás esto.
Puedo recordar que aún si lo hicieras, no lo entenderías;
que es lo mismo y acaso tú pienses, justamente lo contrario.