15 febrero, 2017

Reseña de "Los sueños de mi padre" de Barack Obama

My rating: 4 of 5 stars

En el 2007, cuando Barack Obama ganó por primera vez las elecciones, yo apenas salía de la universidad y estaba perdido. Quizá no exactamente perdido, si no extraviado. Perdido me sigo sintiendo casi todo el tiempo, pero creo que ahora estoy un poco más consciente de quién soy, o al menos logro engañarme muy bien a mí mismo al respecto.

Recuerdo que la terapista a la que acudí en ese momento, me recomendó este libro y sólo me atreví a comprarlo cuatro años después, y a leerlo, cinco más tarde. Demasiado tiempo y una vergonzosa muestra de lo talentoso que soy procrastinando. Cierta nueva energía me embarga ahora y me impele a ponerme al día con lecturas pospuestas, y estas memorias de Obama, el relato de cómo intentó conciliar sus atribulados orígenes con un propósito social y político y así definir su identidad, son una poderosa forma de hacerlo. Finalmente, me siento extraordinariamente recompensado y agradecido.

Aunque existen dudas sobre la legitimidad de la autoría de Obama hasta el hartazgo de existir un minucioso y pormenorizado análisis de texto intentando probar que el polémico Bill Ayers tuvo desde una fortísima influencia editorial y de estilo hasta fungir directamente como ghostwriter (desacreditando así la capacidad literaria e intelectual de Obama); yo prefiero hacerme de la vista gorda en ese particular (incluso cuando el mismísimo Ayers -bromeando aparentemente- dice en ocasiones que fue él quien lo escribió) puesto que independientemente de ello; no dudo de la veracidad del mensaje y la historia, y a mí particularmente me interesa más analizar éstos y su valor que al autor; inclusive cuando el sujeto del texto sea él mismo.

Obama es mulato. Su madre, una chica caucásica de Kansas y su padre un keniata de la tribu Luo, se conocieron en la universidad en Hawai, donde Barack nació apenas dos años después que el archipiélago se convirtiera en un estado de la unión americana. Ese breve reseña habla montones de lo diverso y difícil de su origen en casi cualquier lugar del mundo, pero especialmente en su país; como reza en un artículo de Toni Morrison, el cual traduje hace poco para este blog:
"A diferencia de cualquier nación europea, Estados Unidos promulga 'ser blanco' como fuerza unificadora. Aquí, para mucha gente, la definición de 'americaneidad' es el color de su piel." 
Su padre lo deja cuando apenas tiene dos años para realizar un postgrado en Harvard. Obama es entonces criado por sus abuelos y su madre blancos y luego en Yakarta por su madre y un padrastro indonesio. Ya adolescente vuelve a un Hawai que aunque desde los sesenta se perfilaba como una Nueva Tierra Prometida Americana, en la que no habría rastro de la Segregación Racial que marcó a Estados Unidos desde la abolición de la esclavitud, hasta las luchas de Martin Luther King, Malcom X y tantos otros; aún no puede huir de su negritud, porque las taras de la separación y el prejuicio no están en la ubicación geográfica si no en la cultura misma "americana". 

El joven Barack lucha entonces con su identidad, se refugia en las drogas y el alcohol, y sólo después de importantes epifanías y el tesón de su madre y abuelos logra sobrellevarlo y enrolarse en una universidad de Los Ángeles, para luego trasladarse a Columbia en Nueva York: es allí donde se entera de la muerte de su padre, a quien sólo ha visto una vez a los diez años de edad. Así, estas particulares memorias, no son sobre el camino político de Obama, o el profesor de Harvard, el senador, o el eventual presidente; si no sobre un hombre negro joven (tiene apenas 35 años cuando las publica) narrando la búsqueda de su padre ausente, tanto interna como externamente en un periplo en el que trata de hallarse a sí mismo.

Además de ello, son poderosas y pertinentes las reflexiones que sobre el problema racial y las secuelas que el colonialismo y la esclavitud aún siguen teniendo sobre las descendientes de sus víctimas. Cómo robó a los negros estadounidenses de una identidad cultural que no estuviera asociada con el supuesto de su inferioridad, ni de su pasado esclavista. Cómo aún son demasiado frescas las heridas de la segregación, que incluso la promesa de igualdad y progreso para muchos afroamericanos se convierte a su vez en una manera de separarlos y alienarlos del sufrimiento de su raza... porque es el éxito en el marco de una sociedad blanca, bajo los estándares blancos; que son los estándares capitalistas en el que la mayoría del poder y riqueza se concentra en una pequeña minoría a expensas de la gran mayoría. No sólo porque Obama se reconoce como un hombre negro ansioso por conseguir esa identidad y ayudar a resolver sus problemas, si no porque también se ven trazas de su identificación como hombre estadounidense ansioso por ayudar a su país por entero, independientemente de su raza.

Les dejo esta entrevista que un joven Obama realizó en 1995 cuando el libro se publicó por primera vez, y que complementan muchísimo más la lectura.







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